El libro de los lápices mágicos

Nuevo libro de Orlando Granda

El poeta peruano Orlando Granda ha presentado su nuevo libro para niños «El libro de los lápices mágicos«.

Este libro ha sido uno de los  ganadores en la III Bienal de Poesía Infantil ICPNA, en el año 2009.

¡Felicitaciones al autor!

Más información sobre el autor y su obra en

Arquitrave. Disponible en: http://www.arquitrave.com/archivo_revista/Arquitrave32.swf

Blog de María García Esperón. Disponible en: http://mariagarciaesperon.blogspot.com/2009/09/felicidades-al-poeta-peruano-orlando.html

Cuaderno de Apuntes. Disponible en: http://pedrovillar.blogspot.com/2010/08/nuevo-libro-de-orlando-granda.html

Sáiz Ripoll, Analbel. La poesía de Orlando Granda. En: Arena y Cal. Disponible en: http://www.islabahia.com/arenaycal/2009/166_diciembre/anabel_saiz166.asp

Urbanotopía. Disponible en: http://urbanotopia.blogspot.com/2007/04/orlando-granda.html

Carlos Ordenes Pincheira

El poeta Carlos Ordenes Pincheira

Carlos Ordenes Pincheira es un poeta chileno, nacido en 1939 en Santiago de Chile.

Su obra es muy prolífica, ha publicado 25 libros entre los que se encuentran Grillos del alma, La tierra pide silencio, El cielo sobre los árboles tiembla, Alguien camina sobre mi tumba, La ciudad soñada y Llanto milenario.

En marzo de este año presentó su libro para niños Piedrecitas de Colores de Ediciones Poemas al Viento.

Su poesía es adorable, profunda, un canto a la vida. Con total generosidad me ha dejado publicar poemas de su autoría tanto en este blog como en la página que desarrollo en la red social Facebook.

Esperando que disfruten de tanta belleza, de la luminosidad y claridad de la palabra,  comparto este poema del autor.


EL MILAGRO DE LA VIDA

Hoy la tierra es un cantar,
se estremece la montaña,
hoy es bella la cizaña
y es más dulce el caminar…

Alegre el viento se sienta
a contemplar los caminos
que se llenos de trinos
porque el cielo está de fiesta…

El milagro de la vida
es un regalo de flores,
tiene campanas, colores,
tiene una antorcha encendida…

Tiembla el mar en su campiña
y todo un rebaño de olas
y también las coracolas
¡porque ha nacido una niña…!

Carlos Ordenes Pincheira difunde además su obra a través de sus blogs en donde podrán disfrutar de la poesía para adultos que es también una poesía tan profunda, y dolorosa, tan bella y verdadera que se hace imposible no rendirse ante ella, tal como puede apreciarse en este fragmento de su poema Incertidumbre perteneciente al libro La tierra pide silencio.


«(…) Más allá
de la lluvia,
de este hueso harapiento
que apenas puede sostener la niebla,
tal vez
se me permita
esculpir una estrella…
sí, tal vez…».


Más información del autor y su obra en:


Carlos Ordenes Pincheira. El lobo solitario. Disponible en: http://carlosordenes.blogspot.com/

La selva mágica. Disponible en:http://laselvamagica.blogspot.com/

Piedrecitas de colores-. En: Revista La Mancha. Disponible en: http://lamanchadesdequilicura.blogspot.com/2010/03/letra-nueva-piedrecitas-de-colores-de.html

De poemas sobre niñ@s e infancia llevados a canción… y algunas nanas para dormir

El niño yuntero

Miguel Hernández

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.



Canción para un niño en la calle

Armando Tejada Gómez

A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo, amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
una oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
¿qué han hecho de la vida?
¿dónde pondré la sangre?
¿qué haré con mi semilla, si hay un niño en la calle?

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo,
porque de nada vale, si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venían conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostil, ferozmente
cayó el Toto de frente, con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen;
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque si no es inútil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo,
una, salvarse solo,
arrojar ciegamente a los demás de la balsa,
y la otra,
el destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo,
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas, una mala palabra.

Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre,
que historia les concierne,
qué lugar en el mapa,
porque uno, Norte adentro y Sur adentro, encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco en el aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en la fábricas,
hay días en que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en llanto, sus señoras, tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son los accionistas de los niños descalzos.

Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.

A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle…

Nanas de la cebolla

Miguel Hernández

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


Plegaria para un niño dormido

Luis Alberto Spinetta

Plegaria para un niño dormido
quizás tenga flores en su ombligo
y además en sus dedos que se vuelven pan
barcos de papel sin altamar.
Plegaria para el sueño del niño
donde el mundo es un chocolatín.
Adonde vas
mil niños dormidos que no están
entre bicicletas de cristal.
Se ríe el niño dormido
quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamás despierto encontrará.
Que nadie, nadie, despierte al niño
déjenlo que siga soñando felicidad
destruyendo trapos de lustrar
alejándose de la maldad.
Se ríe el niño dormido
quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines de un lugar
que jamás despierto encontrará.
Plegaria para un niño dormido
quizás tenga flores en su ombligo
y además en sus dedos que se vuelven pan
barcos de papel sin altamar.

Esos locos bajitos

Joan Manuel Serrat

A menudo los hijos se nos parecen,
asi nos dan la primera satisfaccion;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos
para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocacion.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada
y en cada cancion.

Niño,
deja ya de joder con la pelota.
que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un dia
nos digan adios.

Nana del caballo grande

Federico García Lorca

Nana, niño, nana
del caballo grande
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas.
Cuando llega al puente
se detiene y canta.
¿Quién dirá, mi niño,
lo que tiene el agua
con su larga cola
por su verde sala?
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.

Canción para dormir a un niño

Interpretada por Beatriz Pichi Malen

Lamentablemente no he conseguido la letra en su lengua original pero cierro mis ojos, una voz dulce me acuna y me toma la mano… es la niña que fui.

El pueblo mapuche y la infancia

La presencia de la infancia en los poemas de Elicura Chihuailaf

Así el paisaje y la territorialidad del pueblo, de la cultura, en que me tocó nacer representan los latidos de mi infancia –con su finito e infinito- en torno a la que he venido construyendo escaleras, altillos, puertas que -sin descuidar el oriente- se abren en todas direcciones y a cuyos materiales de tierra y hierbas he venido sumando otros recogidos en mi experiencia de andar dialogando con otras culturas del mundo. “Raíces de árboles son nuestros pies/ Alas de ave de paso tiene nuestro corazón”, nos dice el vlkantun/canto de nuestra Papay Marivl.

Elicura Chihuailaf

Una selección poética


Es otro el invierno que en mis ojos llora (fragmento)

(…) A orillas del fogón
(en su memoria)
los abuelos mueven los tristes
labios del invierno
y nos recuerdan a nuestros
muertos y desaparecidos
y nos enseñan a entender
el lenguaje de los pájaros

Nos dicen: Todos somos hijos
de la misma Tierra
de la misma Agua

Cuerpo y alma el lecho
que cada vez se torna más profundo
y por el que otros pasarán
cuando nosotros en el mar
hayamos subido en la balsa
de la muerte

Llueve, afuera seguramente llueve
pero es otro el invierno que
en mis ojos llora

Hacia los días venideros vuelvo
entonces la mirada
Veo a mis hijas, a mis hijos
que a abrazarme vienen

Y es el otoño o el primer día de octubre
mi madre que me dice: despierta
hijo, despierta
eres el viejo el niño que escribe
su primer poema
bajo el primer ciruelo plantado
por tu padre.


Las lluvias tensan otra vez las cuerdas

Las lluvias tensan las cuerdas de su brisa
y, arriba, es el coro que lanza el sonido
de la fertilidad
Muchos animales hubo –va diciendo
montes, largos, aves, buenas palabras
Avanzo con los ojos cerrados:
Veo, en mí, al anciano
que esperando el regreso de las mariposas
habita los días de su infancia
No me preguntes la edad, me dice
y estaré contento
¿para qué pronunciar lo que no existe?
en la energía de la memoria la tierra vive
y en ella la sangre de los antepasados
¿comprenderás, comprenderás por qué –dice
aún deseo soñar en este valle?


Sueño Azul (fragmento)

La casa azul en que nací está situada en una
colina
rodeada de hualles, un sauce, castaños
nogales
un aromo primaveral en invierno —un sol
con dulzor a miel de ulmos—
chilcos rodeados a su vez de picaflores
que no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efímeros!
En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos
En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles, a
buscar las ovejas
(a veces tuvimos que llorar la muerte de alguna de ellas,
navegando sobre las aguas)
Por las noches oímos los cantos,
cuentos y adivinanzas a orillas del fogón
respirando el aroma del pan horneado por mi abuela,
mi madre, o la tía María
mientras mi padre y mi abuelo
—Lonko de la comunidad—
observaban con atención y respeto
Hablo de la memoria de mi niñez
y no de una sociedad idílica
Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía
las grandezas de la vida cotidiana,
pero sobre todo sus detalles
el destello del fuego,
de los ojos,
de las manos
Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles
y piedras que dialogan entre sí,
con los animales y con la gente
Nada más, me decía, hay que aprender
a interpretar sus signos
y a percibir sus sonidos que suelen esconderse
en el viento
Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa
y tenía una paciencia a toda prueba
Solía verla caminar de un lugar a otro,
haciendo girar el huso, retorciendo la blancura de la

lana
Hilos que en el telar de las noches
se iban convirtiendo en hermosos tejidos
Como mis hermanos y hermanas —más de una
vez— intenté aprender ese arte, sin éxito
Pero guardé en mi memoria el contenido
de los dibujos
que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche
de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y

aves
También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie
Largos silencios, largos relatos que nos
hablaban del origen de la gente nuestra
del primer espíritu mapuche arrojado desde
el Azul
De las almas que colgaban en el infinito
como estrellas
Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos

sus señales
Cada primavera lo veía portando flores en sus
orejas y en la solapa de su vestón
o caminando descalzo sobre el rocío de la

mañana
También lo recuerdo cabalgando bajo la lluvia
torrencial de un invierno entre bosques

enormes
Era un hombre delgado y firme (…)».


Leyendas y cuentos


El salmón y el martín pescador

El salmón conversaba con el martín pescador. El martín pescador además de saber hablar, silbaba muy bien. Se lo pasaba sobre una patagua a la orilla de un arroyo silbando que daba gusto oírlo.

Un día, se encontraban conversando el salmón y el martín pescador. El salmón alababa al martín pescador la hermosa manera de silbar. El martín pescador le alababa al salmón la hábil manera de nadar. Se propusieron hacer un cambio: el martín pescador quería aprender a nadar, y el salmón quería aprender a silbar. Entonces el salmón le pidió al martín pescador que dejara sobre una piedra de la orilla, el silbido, para que no se mojara y por lo tanto no se perdiera. El martín pescador, de acuerdo con lo convenido, dejó en una piedra su silbido. El salmón dio un salto y se apoderó del silbido, se hundió en el agua, y al mojarlo, lo echó a perder.

El martín pescador se puso muy triste, y desde entonces se lo pasa agachado, mirando en los arroyos, buscando al salmón que le quitó el silbido.


La niña de la calavera



La música

La gallinita


Fuente: Ser indígena. Disponible en: http://www.serindigena.cl

Canción para dormir a un niño, Beatriz Pichi Malen


Fuentes

Chilahuaif, Elicura. De sueños azules y contrasueños. Santiago de Chile : editorial universitaria, 1995.

Cosmogonía y cultura mapuche a través de su poesía. Disponible en:http://achuisle.multiply.com/reviews/item/320

–El salmón y el martín pescador–. En: Fernández, César A. Cuentan los mapuches : antología. Buenos Aires : Nuevo siglo, 1995.

Rayentru. Disponible en: http://rayentruvirtual.es.tl/Elicura-Chihuailaf.htm


Más info en

Beatriz Pichi Malen. Disponible en: http://www.pichimalen.com/

Eguiluz Baeza, Luisa. Poesía mapuche : un discurso no interrumpido. Atenea N° 494– II Sem. 2006: 11-21. Disponible en:http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-04622006000200002&script=sci_arttext

Elicura Chihuailaf. Disponible en: http://lecaravanseraildespoetes.blogspot.com/2009/07/elicura-chihuailaf.html

Poesía y canto mapuche. Disponible en: http://unanocheenpraga.wordpress.com/2010/08/03/poesia-y-canto-mapuche-2/

Ser indígena. Disponible en: http://www.serindigena.cl/