Historia de las vocales, de Carlos Ordenes Pincheira

Para Alejandra Moglia, en su niñez

 

Al final de una isla se encontraba la letra “a” muy sola, se veía triste, como sin deseos de caminar, y es que no le gustaba la soledad, sentía muchos deseos de estar acompañada por alguien que compartiera sus ideas. Su mayor anhelo, el más lindo, era ser integrante de algún conjunto musical…
Deseaba convertir su aburrimiento en una carcajada. Así, de principio a fin recorrió la gran alameda y en ella descubrió, en un estero a la letra “e” que se estaba bañando en la espuma.

-Me alegra mucho conocerte -dijo la letra “a”

-A mi también -respondió la “e” mientras jugaba con la espuma-.Es extraño que no te haya visto antes en el aire, en el agua misma… ¿Qué haces? ¿Te gusta coleccionar sonidos?

-Sí, es lo más lindo que hay… ¿Sabes? Ando buscando compañía, pues deseo encabezar un conjunto de gran musicalidad que esté en todas las cosas… ¿Quieres integrarte?

-Es una muy buena idea! -exclamó la “e”, recostándose en el tronco de una encina-. Es justamente lo que esperaba.

-Entonces, sigamos buscando, es necesario reunir otras compañeras…

-Será maravilloso -suspiró la “e”.

En eso vieron que un ser chiquito como ellas las observaba desde lejos, llevaba puesto un sombrero redondo; era una dama muy delicada, delgada como una raya. Estaba en el principio de la misma isla. La “a” por supuesto no la había visto antes.

-Me imagino que ustedes desean hablarme -dijo entonces la “i”, sacándose el sombrero y quedando de inmediato convertida en mayúscula- . Pues bien, prestaré mucha atención a cuanto me digan…

-Mira, nosotras queremos formar un conjunto musical para que sirva de comunicación a la gente… ¿Te agrada la idea?

-Por supuesto que me agrada -respondió la “i”, colocándose el sombrero-. Además debo manifestar que conozco a otra que seguro se va interesar: es una gorda muy  simpática que le encanta jugar como los osos, le gusta rodar por los campos y es muy feliz porque sabe que es necesaria y vital. Es una gorda muy amistosa…

Cuando la letra “o” apareció tendida sobre un olmo, las otras quedaron maravilladas, pues nunca habían visto una letra tan gorda, o mejor dicho, tan rechonchona

-¿Puedes hacer una muestra de tus dotes musicales?

-Claro que sí -dijo la “o”-. Para el coro estoy muy bien…

Así, tomadas de la mano, las cuatro continuaron caminando, buscando una última compañera, aunque no sabían como encontrarla. Se daban cuenta que las cuatro no eran suficientes.

A-e-i-o termina mal -decían, nos falta otro sonido, algo que combine, que le de ritmo. Vida, luz… Entonces comprendieron, ella, la tan anhelada integrante estaba ahí mismo, en medio de la luz.

-Da demasiados reflejos -se quejó la “a” y se puso entonces una gran capa, quedando transformada en una respetable “A”.

-Lo mismo digo -dijo la “e” poniéndose un sobretodo azul, cambiando así, por un momento su apariencia sencilla en una flamante “E”.

-Jí, a mi no me molesta -intervino la “i” -pues para eso tengo sombrero…

-Jo, Jo -rió la “o”, yo me estiro así: o-O y listo, los reflejos pasan de largo… pasan por este bello túnel…

-No se preocupen – habló la “u”-. para mayor tranquilidad, estaré también en la uva. He sabido que van a formar un conjunto musical… Lo he sabido por un niño aroma que estuvo de visita en mi humilde morada…

-¿Y qué te parece la idea? -preguntó la “o”.

-Excelente, muy interesante. Espero que me acepten…

Desde ese día anduvieron siempre juntas, mezclándose con las otras letras, ayudándoles a caminar, a reír, a volar, a cantar. Estaban felices. Ahora podrían entregar todo su amor a las desvalidas consonantes que andaban sueltas y perdidas, sin que nadie las pudiera unir. Las consonantes estaban
agradecidas pues ahora conocían el encanto de las flores.Podían sentirse integradas a todas las cosas y nombres. Pérolas más felices eran y son las vocales que, gracias a una idea de su hermana mayor,  la “a”, forman parte de la música, del amor, y de toda palabra conocida por mujeres y hombres…

 

 (c) Carlos Ordenes Pincheira

Autor: Alejandra Moglia

Alita

4 opiniones en “Historia de las vocales, de Carlos Ordenes Pincheira”

  1. Ale… está muy lindo ese cuento infantil, y no tanto… Hasta te digo que mientras lo leía, me gustaría tener a uno de mis hijos aún chiquitos como para poder contarles o leerles, antes de dormir, como solía hacier hace mucho…
    (No se si te llegan estos mensajes, porque nunca nadie me ha acusado recibo de los mismos. No importa, no me miro el ombligo… solo lo digo para ver si vale la pena hacerlos… si a alguien le llega)
    Bss.
    (Voy a probar tildando ahí abajo donde dice «Recibir nuevas entrasas por email»

    1. Se lo leerás a tus nietos 🙂
      Alejandro, sí que me llegan estos mensajes, es más siempre te los respondo…
      Un beso!

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