Las terceras y cuartas Jornadas «Escuela, familias y comunidad» que se desarrollaron este año giraron en torno a la literatura y la vida cotidiana, la memoria, la identidad, la tradición oral, el cuento, la poesía y el teatro leído. Si bien cada jornada en particular estuvo orientada al abordaje de una cuestión central -en esta última jornada se ha propuesto incorporar el texto dramático y su lectura como una forma diferente de encontrarse en torno a una historia- las actividades a desarrollar pueden ser diversas y sumarse a la central con el objetivo de fortalecer el espacio de encuentro, lectura y diálogo desde la escuela hacia y con la comunidad.
Estas jornadas son -siguiendo a Montes- la gran ocasión para la creación de textotecas de la comunidad por parte de las bibliotecas escolares como un recurso para que todas las personas -niños, jóvenes, adultos- se reencuentren con -al decir de Devetach- aquellos textos internos que guardan en su memoria y puedan resignificarlos, y muy especialmente puedan tomar la palabra.
CELEBRACIÓN DEL LENGUAJE POÉTICO: LA CREACIÓN DE UNA TEXTOTECA
“Un texto, como la vida, nunca es simplemente lo que parece”.
Laura Devetach [1]
¿Qué textos literarios nos movilizan? ¿Qué poemas nos marcaron en nuestras vidas? ¿Qué memoria de la infancia guardamos bajo la forma de canciones, retahílas, jitanjáforas y otras formas de la tradición oral que nos cobijaron en ese encuentro celebrado en el lenguaje poético?
Dice Laura Devetach que
“En todas las manifestaciones de la literatura popular, en el folclore, en el romancero, en las poesías tradicionales, en los cuentos, en los dichos, en los chistes, en el folclore doméstico que se origina en cada hogar, hay una instancia estética decantada por el tiempo. Basta con recorrer el bagaje de poemas, historias, canciones, ritmos, recuerdos vinculados con las palabras que cada persona conserva, para descubrir la punta del ovillo del imaginario compartido de una familia, de una región, de un país. La apuesta coincide en vislumbrar y construir nociones de pertenencia y conciencia crítica.” (Devetach, 33)
Uno de los conceptos fundamentales formulados por esta autora a lo largo de su obra teórica es el de “estar en poesía” como una forma de estar en el mundo y también como una forma de conocimiento.
Al respecto ella señala que
“sería un estar abiertos, el ampliar las propias disponibilidades hacia los aspectos artísticos que la realidad nos brinda y hacia el arte en general, con menos prejuicios y encasillamientos.” (Devetach, 51)
La defensa de lo poético como forma de pararse y conectarse con el mundo, de observar la realidad y transformarla se relaciona íntimamente con la recuperación de nuestra identidad e historia de palabras y textos que nos posibilitan también la construcción de la palabra propia y el encuentro solidario y colectivo.
Como señala Ivonne Bordelois
“Hay algo perfectamente indestructible en el lenguaje y algo particularmente eterno en ese especial resplandor del lenguaje que llamamos la poesía –el más peligroso de los bienes, según Hölderlin-. (Bordelois, 86)
Frente a una realidad que nos bombardea con mensajes mediáticos corporativos y publicitarios que impiden el pensamiento y la reflexión, instaurando el lenguaje degradado, hueco, banal y violento, la voz poética se alza como una forma de resistencia.
Dice Bordelois:
Contrariamente a los bienes de consumo, el lenguaje jamás se agota, recreándose continuamente; por lo tanto, compite con ventaja con cualquier producto manufacturado. Es también un bien solidario: lo comparte toda una comunidad, por un espontáneo sistema de trueque. Y por fin, es un bien absolutamente gratuito, ya sea en su apropiación como en su circulación. En otras palabras, es un bien totalmente subversivo, porque siendo como es, el bien más importante para los seres humanos -ya que es el don propio de la especie, el que nos diferencia de otros animales- su naturaleza se opone a la de todos los otros bienes de consumo, que en lugar de ser gratuitos, solidarios e inagotables son, sin excepción, agotables, costosos y no compartidos. (Bordelois, 37)
Buceando en nuestro interior encontraremos un tesoro de palabras que dejaron nuestros ancestros y que heredarán nuestros sucesores: la tradición oral con sus juegos de palabras, rimas, rondas, trabalenguas, coplas, adivinanzas, las canciones de cuna y arrullos, los refranes, las palabras que nos llegan de otras lenguas a través de abuelos y bisabuelos y que se fusionan con la nuestra, los fragmentos de poemas y otros textos literarios que hemos leído y por alguna razón cobijamos en nuestra memoria constituyen un equipaje simbólico rico y profundo cargado de significados.
A estos textos que guardamos en nuestra memoria Devetach los denomina textos internos. Los textos externos, en cambio, pertenecen al mundo colectivo.
Cuenta Diana Bellessi:
“Los mejores versos que había escuchado en mucho tiempo salían de la boca de la gente y me volvían a reunir con una tradición que me había construido como poeta a fines de los sesenta. Algo de Bustos y algo de Gelman resonaba en mi cabeza. Y algo de todos mis parientes, en el torrente anónimo del habla que aparece y se va como un raspón de oro en la memoria. (…) Ese lugar donde lo grande y lo pequeño cambian constantemente de posición y de valoración, y parece ser la fuente de la poesía tan rara por lo próxima que es al habla común de la gente.” (Bellessi, 78)
Yolanda Reyes sostiene que la infancia tiene que ver con la cadencia de las voces que nos nombran y nos arrullan cuando no tenemos palabras. El lenguaje nos acompaña desde la etapa intrauterina y cuando nacemos, éste nos envuelve a través de las voces de los seres queridos en forma de arrullos, susurros, canciones que serán el refugio frente a la desmesura del mundo que poco a poco se abre ante nosotros.
Según esta autora, las palabras revelan, alumbran y nos construyen. Desde los primeros meses de vida el ser humano participa de la experiencia estética del lenguaje: un adulto lee a un bebé para atenderlo, envolverlo con palabras y escribir en el fondo de su memoria los primeros textos. El bebé es un oidor poético desde el comienzo de la vida al tomar contacto primordial con la poesía a través de su sonoridad y ritmo. Es la música de las palabras la que produce el encantamiento de la lengua. (Reyes, 41).
María Cristina Ramos señala en su libro La casa del aire que
La poesía tiene algo que necesitamos reencontrar, algo de nosotros mismos, algo tenue y profundo, algo que evoca espacios de nuestro mundo personal. En algunos casos es una pulsación a una sonrisa, porque la poesía juega con las palabras, agita y renueva significados y va develando sentidos, significaciones en movimiento, significaciones que conciertan. (Ramos, 68 y 69).
¿Cómo recuperar el encantamiento y el disfrute estético del lenguaje? ¿Cómo acercar la lectura literaria a niñas, niños, adolescentes y adultos? ¿Cómo conectarlos con lo simbólico y las emociones profundas si los mediadores no se han conectado previamente ellos mismos con todo ese bagaje?
Recuperar los textos internos es fundamental en este proceso y muy especialmente lo es para generar ese reencuentro al que se refiere Ramos. No requiere de grandes inversiones sino de generar proyectos que posibiliten que la voz florezca y se haga música de palabras que resuene en los otros para encontrarnos en esa resonancia de voces diversas y compartidas.
Dice Devetach:
Cada uno de nosotros fue construyendo una textoteca interna armada con palabras, canciones, historias, dichos, poemas, piezas del imaginario individual, familiar y colectivo. Textotecas internas que se movilizan y afloran cuando se relacionan entre sí. A la manera de las retahílas infantiles podemos decir que en cada persona hay muchos textos, que la unión de los textos de muchas personas arman los textos de una familia, de una región, de un país. (Devetach, 37 y 38)
Para más adelante preguntarse:
¿Qué relación hay entre el reconocimiento de los textos internos y la literatura? ¿Qué relación hay entre la presencia de la literatura en la escuela y los textos internos? Estos textos constituyen el piso para que la literatura tenga presencia cotidiana, el lugar en el que puede hacer pie para dar el paso natural a la lectura en el sentido más creativo. (Devetach, 38)
La creación de textotecas conformadas por archivos de audio [2] grabados en CD que incluyen nanas, trabalenguas, poemas, fragmentos de textos literarios, etc. en las voces de las personas que forman parte de la comunidad posibilita iniciar un proceso de recuperación de sus textos internos que contribuye al redescubrimiento de dichos textos, al diálogo, a la escucha, a la escritura, a reconocerse en el otro, al encuentro colectivo, a la pertenencia. Por otra parte permiten su vinculación con los textos literarios que se encuentran en las bibliotecas de las escuelas, las bibliotecas populares, las de los hogares y las de otros espacios culturales, haciendo hincapié en el lenguaje poético porque, como dice Diana Bellessi, la poesía se encarga de hacernos lugar, a su manera, cuando la historia nos borra y nos ciega. La poesía nos posibilita tomar la palabra.
Objetivos
- Integrar escuela-comunidad.
- Recuperar y reconstruir el espacio poético de la comunidad.
- Recuperar la tradición oral.
- Recuperar los textos internos.
- Promover la lectura en voz alta.
- Promover la lectura literaria.
- Incentivar el trabajo colaborativo.
- Desarrollar la creatividad.
◘Alejandra Moglia
BIBLIOGRAFÍA
Bellessi, Diana. La pequeña voz del mundo. Buenos Aires: Taurus, 2011
Bordelois, Ivonne. La palabra amenazada. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2003.
Devetach. La construcción del camino lector. Córdoba: Comunicarte, 2008 (Pedagogía y didáctica)
Ramos, María Cristina. La casa del Aire: literatura en la escuela. Neuquén: Ruedamares, 2013.
Reyes, Yolanda. La casa imaginaria: lectura y literatura en la primera infancia. Bogotá: Norma, 2007 (Catalejo).
[1] En: Devetach, Laura. Oficio de Palabrera: literatura para chicos y vida cotidiana. Córdoba: Comunicarte, 2011, (Pedagogía y didáctica), p. 56
[2] También pueden grabarse videos. Sin embargo mi experiencia personal me ha demostrado que muchas personas se inhiben al recitar, leer en voz alta o cantar alguna canción y se sienten expuestos e inseguros. La contención y la escucha de los mediadores como también la confianza hacia ellos son fundamentales.