Ponencia «Lectura y jóvenes: un encuentro siempre posible. Análisis de dos novelas: El libro salvaje de Juan Villoro y de Mala luna de Rosa Huertas», por Laura Slutsky

La presente ponencia fue presentada por su autora en el marco del IV Simposio de Literatura Infantil y Juvenil en el Mercosur que se realizó en noviembre de 2014 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Laura Slutsky es Licenciada en Letras y Profesora de Lengua y Literatura (UBA). Además es coordinadora de diversos talleres literarios y de comunicación y autora de literatura infantil, campo en el que se especializa. Integra el Espacio LIJ La Nube, un grupo de investigación en literatura infantil y juvenil.


Lectura y jóvenes: un encuentro siempre posible

 Análisis de dos novelas: El libro salvaje de Juan Villoro y de Mala luna  de Rosa Huertas.

 
Autora: Laura Slutsky

 

“Un  saber, un patrimonio cultural, una biblioteca pueden ser letra muerta si nadie les da vida”.  Michèle Petit

 

Dice un personaje de El libro salvaje de Juan Villoro:“Todo libro está dormido hasta que lo despierta un lector”.

Esta novela, que se basa en la búsqueda de un libro que se niega a ser leído por cualquier lector, es ante todo una invitación constante a despertar la inquietud por la lectura.

También es una sugerente invitación la novela Mala luna de, Rosa Huertas. En la tapa, un joven luce una remera con el rostro de Miguel Hernández; en la contratapa, un interrogante: “¿Es posible que existan aún poemas inéditos de Miguel Hernández?”.

La autora Laura Devetach propone “ayudar a los chicos y jóvenes a descubrir que  pueden vibrar como ha vibrado antes quien los incita ahora a la lectura”.[1]

Esto es precisamente lo que encontraremos en ambos libros, mientras nos sumerjamos en su mundo narrativo.

Mi ponencia abordará el lugar del libro como mediador en sí mismo, a través del análisis de la intertextualidad reflejada en estas dos obras, que tematizan la función de la literatura y el vínculo autor-lector.

Empecemos por El libro salvaje, la novela que Juan Villoro, autor mexicano, publica en 2008, en Fondo de cultura y en 2009, en Ediciones Siruela.

Leo un fragmento de la contratapa para acercarlos al conflicto de la obra:

“Entre los miles de ejemplares de la biblioteca de su tío, Juan tendrá que encontrar El libro salvaje, un libro rebelde que se resiste a la lectura y que guarda entre sus páginas un secreto destinado al lector que sea capaz de atraparlo”.

¿Sería yo la lectora capaz de atrapar el secreto?, me preguntaba mientras ya  me internaba en el primer capítulo, que comienza: “Voy a contar lo que ocurrió cuando yo tenía 13 años. Y aunque se titula “La separación”, ya no pude separarme de este libro que me permitió recorrer mis propias lecturas.

La voz narradora de esta historia es la de Juan (homónimo del autor). No lo veremos mandando mensajitos con su celular ni atraído por Internet. Sin embargo, los lectores reconocerán en él muchos rasgos propios de un adolescente: Juan sufre por la separación de sus padres y emprende con incertidumbre unas vacaciones en casa de su tío. También es muy parecido en estos aspectos:Me gusta leer pero no tanto. Prefiero ver la tele, andar en bicicleta o jugar con Pinta, mi perra, o con mi amigo, Pablo”. (50)

Juan es, además, un lector prínceps. “Un lector prínceps no es el que lee más libros sino el que encuentra más cosas en lo que lee”(51), le dice el tío y sus palabras resuenan en Juan, con la propuesta de  que sea un “prínceps  continuum”:“es el que conserva el talento de leer a lo largo de su  vida” (51).

A  medida que recorra la casa –biblioteca de su tío, Juan irá internándose en un  mundo que le parecerá intrigante: el universo de los libros. Se asombrará- como  nosotros- con títulos como “Quesos que apestan pero deleitan” o ”1001 salsas  de  espaguetti”. Humor y absurdo se conjugan  en  el  descubrimiento de lo que puede deparar una biblioteca.

La revelación del motivo de su estadía en esa casa, será un punto de inflexión  en la novela:“Cada vez que has venido a esta casa los libros han sentido tu presencia…Despertaste las  almas de la biblioteca”. (49) “Los  libros no quieren  ser leídos  por cualquier persona, quieren  ser leídos por las mejores personas, por eso buscan a sus lectores”. (48)

Y entonces, la misión: Juan debe encontrar un libro que aún no fue concluido…El  libro salvaje. A partir de esta  propuesta la novela tendrá ingredientes de novela de aventuras, de aprendizaje, de suspenso, con un interesante condimento fantástico.

En esa  búsqueda, Juan se topará con otra novela Viaje por el  río en forma  de corazón que será el nexo que lo vinculará afectivamente con Catalina.

El  recurso de la  metaliteratura  permitirá introducir este relato que se presentará como saga- formato que tanto fascina a los jóvenes-, pero también conducirá a un descubrimiento necesario  para la trama  del macrorrelato.

Cuando Catalina se lo devuelve, después de haberlo leído… ¡el  libro  había   cambiado! La  pregunta de Juan: “¿Es posible que un  libro cambie cuando lo lee otra persona?” conduce a una nueva revelación del tío:

“Cada libro es como un  espejo: refleja  lo que piensas. No es lo  mismo que lo lea un héroe  a  que lo  lea  un  villano. Los  grandes lectores les agregan algo a los libros, lo  hacen  mejores”. (75)

 ¿De qué está  hablando el tío? ¿Qué nos está diciendo Villoro? Sin  duda nos trae  el  tema  del  poder creativo del lector  sobre el  que tantos críticos  han  reflexionado.

¿Qué experiencia vivirán los jóvenes que lean esta historia?

Dice Emili Teixidor [2]: “Lo que hace leer a los adolescentes es lo mismo que nos hace leer a nosotros, los adultos. Esa búsqueda de un posible encuentro…”.

Entre otras cosas encontrarán una novela que se puede “catalogar” como fantástica. Aquí me interesa detenerme en el concepto de Literatura fantástica sobre el que reflexiona Jacqueline Held [3]:“Una obra fantástica nos propone lo que parece inimaginable, pero que, sin  embargo, un día fue imaginado”.

Partiendo de esta postura la autora vincula lo fantástico con lo real, haciendo especial  hincapié en la mirada subjetiva del autor.

 En  efecto, si pensamos en El libro salvaje, esa casa- biblioteca es mágica en sí misma-  principalmente por lo hiperbólico-, pero también por la forma en que se conducen los libros que la habitan: se mueven, forman escaleras, se escabullen…Tienen voluntad de aparecer o desaparecer, de ser leídos o no.  

Sin embargo, J. Held nos lleva a reflexionar sobre otras dimensiones de lo fantástico, no sólo aquellas que lo vinculan con lo asombroso. Plantea que también este tipo de literatura (no sólo  la realista)  puede  convertirse en un  vehículo para desarrollar el espíritu crítico de los jóvenes lectores. De este modo, esta novela podría hacernos reflexionar sobre la soledad de un hombre adulto, sobre la vertiginosa vida moderna o sobre lo que significa un libro para un hombre, para toda la humanidad.

Atravesar las páginas de El libro salvaje es internarse en una biblioteca que abarca no sólo diferentes espacios sino todos los tiempos.

Al tiempo que Juan vaya animándose a recorrerla se fascinará con la lectura y nos permitirá a los lectores interactuar con autores y obras que dejaron huella en la historia de la Literatura  y en nuestra historia  personal.

“-Veo que te perdiste en territorio Samsa.

-¿Qué es eso?

– Gegorio Samsa era un hombre que se sentía un bicho y terminó convertido en un insecto.

– ¿Existió de verdad?

– No. Lo inventó el escritor que ha tenido las orejas más puntiagudas. Se llamaba Kafka”. (106)

Así nos acerca Villoro a La metarmorfosis. Tal vez algún joven lector tenga a partir de este diálogo el primer vínculo con esta obra. Quizás se sienta atraído por ese humano convertido en insecto o tal vez  sienta curiosidad por un autor de orejas puntiagudas. En ambos casos hay una invitación a conocer la obra, ya sea a partir de la historia, ya a partir del autor.

Dice el crítico Jesús Díaz Armas:

“El autor, si pretende que la intertextualidad sea captada por el receptor infantil,  habrá de subrayarlo de alguna manera.  Al mismo tiempo no podrá  ser demasiado  obvio para dejar campo a la libre interpretación del lector”.[4]

La metáfora tan recurrente de la lectura como alimento tendrá aquí una vuelta de tuerca a través del humor. Eufrasia, la cocinera, ofrecerá: “Omelette Homero, avena Aristófanes, cereal cinco musas, sándwich isabelino”. (39)

Y siguen las recetas…¿Qué sabor tendrá una isla flotante del tesoro, un pastel de  mil y una noches, crepes flambeadas en el infierno de Dante o  sopa de pulpo  al estilo Capitán Nemo? (154)

 Es  evidente que Villoro  sabe que los jóvenes que lean esta historia tal vez  desconozcan  algunos autores que nombra o los numerosos guiños literarios que fue sembrando en su novela .Pero justamente porque lo sabe escribe una obra que estimulará la pregunta, la investigación o hasta la molestia  por lo que no  logra comprenderse. En fin, el desafío que representa toda lectura.

“Un libro es bueno cuando nos deja con más preguntas que respuestas…”, concluye Teixidor, pero bien podrían ser las palabras del tío Tito, de Villoro, de todo aquel que disfruta leyendo.

 

Cerramos por un ratito El libro salvaje, para abrir Mala luna…

Mala luna es una novela de la autora española Rosa Huertas, publicada en 2009 por Editorial Edelvives.

Clara y Víctor son dos jóvenes que se unen para encontrar un objeto que parece un sueño: el cuaderno de tapas negras en el que Miguel Hernández escribió sus últimos versos. Se enteran de su existencia a partir del relato de sus abuelos (uno en forma oral, otro a través de una extensa carta), que se vincularon con el autor en la época de la Guerra Civil Española.
La amistad se plantea en dos planos temporales. Por un lado, Clara y Víctor en el presente de la narración; por otro, cada uno de los abuelos, en su juventud, con Miguel Hernández. Pero, además la trama se enlaza con los dos duetos integrados por nieto/a-abuelo. El abuelo del joven, Aurelio, adhirió a la ideología falangista, lo que les plantea a su nieto y a su amiga interesantes reflexiones sobre la historia de su país.

¿A qué sitio vamos para saber acerca de nosotros  mismos?, se pregunta María Teresa Andruetto, y nos responde: “Los lectores vamos a la ficción para intentar comprendernos, para conocer más acerca de lo más  profundamente humano…”.[5] En efecto, los lectores que se acerquen a Mala luna verán en esta ficción modos de actuar típicamente humanos, donde no puede faltar el lugar de privilegio que ocupa la literatura para la humanidad.

Si bien Mala luna rinde en primer plano un homenaje a Miguel Hernández, este es extensivo a toda la literatura. La novela nos ofrece múltiples redes intertextuales: el padre de Víctor tiene el complejo de Peter Pan; en la casa de Aurelio encontrarán libros de Unamuno y Germinal de Emilio Zolá, entre otros.

A través del controvertido personaje de Aurelio la autora nos despliega distintas instancias del vínculo del hombre con el libro: por un lado, el valor de las primeras lecturas en la infancia;y por otro,el rol del libro en la cultura y la memoria de los pueblos, su relación con la censura y, como contrapartida, el resguardo de libros considerados “prohibidos”.

“Cuando cumplí diez me regaló un libro: La isla del tesoro. Lo del libro se repitió todos los años. Siempre me preguntaba por los libros que me había regalado, si me habían gustado, si había aprendido algo de ellos…Los guardo a todos con cariño: Los tres mosqueteros, Viaje al centro de la tierra, Las aventuras de Sherlock Holmes y los cuentos de Edgar Allan Poe. (p. 44)

Observamos que hay una referencia explícita al canon de libros clásicos destinados al público juvenil. También es el abuelo quien le da el siguiente consejo-aludiendo al vigente tema de la tecnología vs el libro-, luego de regalarle un ordenador: “Nunca cambies esto por los libros. Los jóvenes creéis que todo está en Internet, que los libros están en extinción… “. (p. 45)

Sin embargo, el mismo Aurelio que regala grandes obras literarias a su nieto será quien movido por sus intereses políticos se convertirá en un exterminador de libros. Es inevitable para el lector evocar las masacres que sufrieron los libros a lo largo de la historia a cargo de censores implacables. Pero, como Montag, el bombero de Fahrenheit 451, Aurelio empieza a rescatar algunas obras. Así narra su encuentro con Viento del pueblo de Hernández, en uno de sus saqueos y su decisión de salvarlo: “Coloqué el libro en el montón de los indultados…Si lo encuentras, ten cuidado porque habla”.(p. 203).

Este personaje nos deja una sensación amarga que perdura a lo largo de toda la obra y aún después de su lectura. Por mi parte me desagradó que la autora haya decidido que tan interesante invitación a la lectura del poemario provenga de Aurelio, quien al tiempo que rescata la obra de Hernández lleva al fuego a otros libros.

La joven comprenderá el sentido de estas palabras al percibir sus propias sensaciones durante la lectura:“En efecto, el libro poseía un poder especial, quizás todos los libros de poesía poseyeran una facultad mágica: la de reflejarnos en sus versos como en un espejo.” (p.230)

Paralelamente al tema de la lectura se aludirá al valor de la escritura:“Escribir puede ser una válvula de escape para los corazones atormentados”.( p. 169)

En la novela también se hará hincapié en el valor de la escritura de cartas. Me interesó, principalmente, que la autora también “haga escribir una carta a Clara”, en estos tiempos en que son consideradas un “objeto en extinción” Rosa Huertas toma la voz de la joven para justificar esta inclusión: “Pensé en escribirte un correo, pero eso es muy fácil de borrar sin leer, aprietas un botón y…¡ha desaparecido! Supongo que una carta es más irresistible ¡quién se puede negar a abrirla! No creas, me está costando escribirte sin usar las abreviaturas de los sms, pero me parecía una incongruencia usarlas en este medio de comunicación tan decimonónico como fascinante”. (p. 240)

Ana Garralón refiere cómo “tímidamente comenzaron a publicarse en la segunda mitad del Siglo XX libros con los que se intentó concienciar a los lectores sobre el mundo que los rodeaba” [6]. En nuestro país, Graciela Montes expresó así su compromiso de transmitir a los chicos lo que pasó durante la dictadura: “Tengo clara conciencia de que el libro y la lectura tienen un papel social y que el trabajo del escritor tiene un lugar y un significado sociales…”.

Seguramente la historia de Clara y Víctor- y me detengo en sus nombres que aluden a la iluminación y a la victoria en sus búsquedas-nos remitan a nuestras propias vivencias, las individuales y las colectivas; a la vez que invitará a la reflexión acerca del vínculo particular que tiene cada lector con la poesía y con los libros, en general.

CONCLUSIÓN

Laura Devetach  refiere que cada uno de nosotros fue construyendo textotecas internas “que se movilizan y afloran cuando se relacionan entre sí”.[7] Efectivamente, las dos obras que nos convocan nos remitieron al camino lector de Villoro y Huertas, y al mundo literario de cada lector.  

También pensé en los lectores prínceps de estas novelas.

Ante todo deberían hallar un docente, un adulto, un par, un amigo que se constituya en el  primer mediador. Pero luego, cuando ya asuman el desafío y la aventura, estos libros en sí mismos funcionarán como mediadores para futuras lecturas.  

 “Les corresponde a los maestros (y a los mediadores en general) hacer que  se  sientan  más capaces al  acercarse a  los textos  escritos. Hacerles  sentir su diversidad, sugerirles la  idea de que, entre todos esos  textos  escritos-de hoy o  de ayer, de aquí  o  de allá-habrá  algunos  que les digan  algo a  ellos en  particular”, dice Michèle Petit.[8]

También Emili Teixidor  expresa su inquietud sobre el tema: “Las instituciones, la  escuela, los escritores están para llevarlos mucho más alto. No es lo mismo un  lector que un procesador de datos. La lectura es otra  cosa”.[9]

Como Laura Devetach no creo “en el uso instrumental de la literatura” pero sí creo en la intención de un autor/a de despertar no sólo emociones sino también inquietudes. Como Michèle Petit [10] aspiro  a “Que la lectura los ayude a construirse, a imaginar otros mundos posibles, a soñar, a encontrar movilidad en el tablero de la sociedad…La lectura de libros puede ayudar a los jóvenes a ser un poco más sujetos de su propia vida y no solamente objetos de discursos represivos o paternalistas”.

 “Lo que sigue depende de ti”, como dice el final de El libro salvaje, les recomendaría a los jóvenes.

 

NOTAS

1-  Devetach, L. La construcción del camino lector, Comunicarte, 2008.

2- Teixidor,  E.  Pero, ¿qué leen los adolescentes? 12  Jornadas de  bibliotecas  infantiles,  juveniles y escolares,  Salamanca. 

3-  Held,  J.  Los  niños y la Literatura   fantástica,  Paidós, Bs As. ,1985.

4- Díaz Armas, J  Intertextos: Aspectos sobre la  recepción  del  discurso artístico, Ediciones de la  universidad de Castilla-La  Mancha,  Cuenca, 2003.

5- Andruetto, M.T. Conferencia “Hacia una literatura sin adjetivos”, primera jornada de Literatura infantil, Bs As, 2008.

6- Garralón, A. Historia portátil de la literatura infantil, Anaya, Madrid, 2001.

7- Devetach,L.op.cit.

8- Petit, op.cit.

9- Teixidor, op.cit.

10- Petit, op. cit.

 

BIBLIOGRAFÍA

Andruetto, M.  “Hacia una  literatura  sin  adjetivos” (Conferencia), Primera  jornada  de Literatura   infantil y  juvenil, Bs  As,  2008.

Devetach, L.  La   construcción  del  camino  lector,   Comunicarte, Bs  As,   2008. 

Díaz Armas, J.  Intertextos: Aspectos sobre la  recepción  del  discurso artístico, Ediciones de la  universidad de Castilla-La  Mancha,  Cuenca, 2003.

Garralón, A. Historia portátil de la literatura infantil, Anaya, Madrid, 2001.

Held,  J.  Los  niños y la Literatura   fantástica, Paidós, Bs As,   1985.

Lluch,G.  Cómo  analizamos  relatos infantiles  y  juveniles,  Norma,  Bs  As,  2003.

Montes,  G.  La  frontera  indómita,  FCE,   México,  1999.

Montes, G y Machado, A.M. Literatura infantil  (Creación, censura y resistencia), Sudamericana, Bs AS, 2003.

Petit,  M. “El  papel  de  los   mediadores” en  Nuevos acercamientos  a los   jóvenes   y la  lectura .FCE, México, 1999.

Texidor,  E.  Pero  ¿qué leen los adolescentes? 12  Jornadas de  bibliotecas  infantiles, juveniles y escolares,  Salamanca, 2004, 


NOTA DE LA MEMORIA Y EL SOL: Nuestro agradecimiento a Laura Slutsky por permitirnos publicar su ponencia en este blog. ◘AM.